miércoles, 26 de julio de 2017

El tempo

El tempo de las cosas es clave en general pero en política en particular. En el caso de la conspiración independentista, los tiempos han sido precisos y preciosos para los separatistas y todo lo contrario para los que les deberían haber hecho frente. Ya durante el reinado de Pujol se apagó toda sospecha y acusación que pesó sobre él y su grupo por el rodillo mediático que tan bien pertrechado tenía el molt honorable, pero la guinda fue la Editorial conjunta. Ese día finalizó el tempo para destapar el verdadero pastel entre la balsa de aceite. Asistimos en Cataluña a una (tan cacareada) democracia sin pluralismo informativo, sin alternativa mediática fáctica. Fue la explicación de que en Cataluña se hizo lo que dispuso el Nacionalismo - Independentismo al margen de intenciones. Los medios catalanes no paraban de mirar a Madrid y al PP justificando velada o abiertamente la necesidad de separarse de España, y no hay catalán que no piense que el partido de Rajoy no sea el partido más corrupto de la historia de la política española o mundial. Casualmente el partido que debía de actuar de muro de contención de las pretensiones soberanistas. No existe parangón en los tempos de la corrupción pepera con cualquier otra análoga. La gente en Barcelona, ya no digo en el interior de Cataluña, no se cortaba en hacer chistes o en hablar mal de cualquier miembro del Gobierno. Por el contrario, toda la corrupción nacionalista que pudo surgir en los medios tras el pulso separatista llegó tarde, a destiempo. Ya se había futbolizado la confrontación y los argumentos o los hechos, por ciertos y enormes que fueran, habían perdido peso y enjundia para hacer mella.

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