Poco se ha hablado sobre una de las grandes palabras que viene a definir a
la Izquierda con mayúsculas y que se puede comprobar con hechos en
todas las democracias especialmente en tiempos de globalización. La palabra es tensión. Constante, patrón, denominador común de todo partido de izquierda que se precie. El vocablo no fue pronunciado off the record
por un dirigente comunista o una fuerza minoritaria radical, sino por
José Luis Rodríguez Zapatero, líder del Psoe a uno de los periodistas
con más renombre de la izquierda mediática española, Iñaki Gabilondo.
Al
pillar in fraganti pronunciándola a un dirigente como el secretario
general de los socialistas podemos sentar que la palabra es eje
fundamental de una estrategia política y por tanto, el vehículo por el
cual debe trasladarse la información al público objetivo. Si en lugar de
mentar tensión hubiera expuesto: "hay que levantar a las personas en
contra de la injusticia", podría afirmar que Zapatero se creía un escenario y pensaba enfrentarse a él, pero fue lo suficientemente
cínico como para susurrar una táctica mediática, un medio para conseguir
un fin ante las venideras Elecciones Generales. Desde esa premisa en honor a la verdad cabría
realizar el correspondiente aporte de hemeroteca y buscar la correlación entre tensón y las expresiones de los partidos y satélites de la izquierda: la
propaganda, los carteles y anuncios electorales, las maneras de
dirigirse a los acólitos, las huelgas y manifestaciones, el estilo y proceder de
los medios de comunicación de izquierda, la respuesta material desde un plano políticó y ciudadano con afiliados y simpatizantes, la reacción cuando la izquierda no gana
Elecciones, su tolerancia a lo que no sean sus propuestas y
manifestaciones, su voluntad cierta de diálogo con fuerzas que no sean
de izquierda, su tendencia a negociar con otras fuerzas de cualquier índole con tal de derrocar a las que no sean de izquierda, su posicionamiento con o contra fuerzas terroristas en
relación con los partidos que no son de izquierda, la ductilidad ante
los desafíos soberanistas cuando éstos son planteados a un partido que no es de izquierda.
Si tensión correlaciona con hechos y actitudes de la izquierda tendremos una explicación a la tensión ciudadana que vivimos, y por tanto no será responsabilidad directa de los partidos de no izquierda. Sabemos objetivamente, porque lo hemos cazado en micrófonos encendidos durante la publicidad, que existe una voluntad de generar tensión, sabemos que existe una disposición de propiciarla, sabemos que existe una fuerza ciudadana disponible. La tensión será un tipo de respuesta modulada por los actores que generan la tensión (ejemplo: correr la voz vía móvil) del mismo modo que un partido podría propugnar moderación o diálogo sincero y cierto, no como contraposición maniquea que busca situar en evidencia a los que han sido definidos como objetivo. Al conocer una variable fundamental, las respuestas que correlacionan no son más que una evidencia del sentido de una discurso político: la izquierda
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